
La Escala de Calificación Energética de Edificios Existentes tiene ese mismo objetivo: comparar el edificio, vivienda o local estudiado con los valores medios y las dispersiones de los indicadores para el parque de edificios de viviendas similares existentes. Es decir, que se han fijado unos edificios tipo de acuerdo con su año de construcción, con unas características tipo en cuanto a su envolvente (fachadas, huecos y sus aislamientos), con su orientación geográfica y sus instalaciones principales, en función de lo cual aparecen los rangos de los índices C1 y C2 que posteriormente se comparan con los resultados de una inspección y dan a cada vivienda su clasificación energética.
Con el objetivo de que esta sea una escala útil durante un tiempo razonable (y no ocurra de momento el desfase que supuso en los electrodomésticos con la necesidad de crear categorías por encima de la superior), esos rangos se han considerado de forma moderada, es decir, que la calificación de la eficiencia de una vivienda es más conservadora e invita a ser mejorada de acuerdo con la legislación sobre edificación vigente. De ahí la preocupación de muchos usuarios que obtienen una clasificación media o baja.
A partir de nuestra experiencia de inspección y certificación, podemos dar dos ejemplos de los resultados medios con dos extremos de tipo de vivienda:
- Una vivienda en bloque de 30 metros cuadrados, construida en 1920 y sin apenas instalaciones (calefacción ni climatización) suele obtener una calificación de F o G.
- Una vivienda unifamiliar de 300 metros cuadrados, construida en 1995, en buen estado de conservación, con climatización y calefacción puede obtener una calificación D.
Actualmente es muy difícil que una vivienda construida anteriormente a 2006 sea calificada con A y puede ser sospechoso algunos casos en los que se difunde una etiqueta energética con calificación B de un inmueble en venta o alquiler.
Todo depende del estado de conservación y mantenimiento, también de su geometría, la superficie de fachada que tiene al norte, los aislamientos térmicos, la carpintería existente (ventanas),... Pero, aun cuando estos elementos estuvieran en buen estado, hay que tener en cuenta que los programas de cálculo penalizan que no se cumplan las exigencias del Código Técnico de la Edificación y, sobre todo, el uso de energías renovables, como placas solares para el agua caliente sanitaria, por ejemplo. De ahí la importancia de las medidas de mejora propuestas tras la inspección para aumentar la eficiencia de nuestras viviendas y disminuir las emisiones al medio ambiente y la facturas energéticas.